SANTXS

La misión de Jesús
en menos de 5 minutos.

Anunciado por profetas y ángeles, el descendiente de la tribu de Judá (Génesis 49:10Lucas 3:33), heredero al trono de David (Isaías 9:7Lucas 1:32-33), el sumo sacerdote (Salmos 110:4Hebreos 5:5-6) que el pueblo de Israel estaba esperando. El Mesías estaba entre su pueblo, pero ¿quién era este hombre?. Durante su niñez y adolescencia, todo parece ser muy normal ya que la Biblia no revela mayor información acerca de esto, excepto la vez en la que sus padres no lo encuentran, pues Él está en el templo, “ocupándose de los asuntos de su Padre”. Desde muy temprana edad Jesús sabía exactamente su propósito, y esto no lo tomaba a la ligera ya que Él crecía tanto en estatura como en sabiduría y gracia (Lucas 2:52). Más adelante encontramos a Juan el bautista, primo de Jesús, quien luego de bautizarlo, se escucha desde el cielo: “Él es mi hijo amado en quién tengo contentamiento”, claramente es Dios hablando acerca de Jesús.

Es así como podemos ver un poco de lo que decían las escrituras acerca de Jesús y lo que Dios mismo dice con voz audible, pero, ¿quién creían los hombres, que era Jesús? Sus discípulos se referían a Él como maestro, no solo porque aprendían de Él, sino porque también le obedecían; después de una noche en la que Simón Pedro y otros hombres no pescan nada, Jesús les manda a echar nuevamente sus redes, ellos obedecen y sucede una pesca milagrosa; Pedro se arrodilla delante de Él y reconoce que es un pecador delante de su Señor; inmediatamente deja su vida detrás y  le sigue para que lo convierta en pescador de hombres.

Desde muy temprana edad Jesús sabía exactamente su propósito, y esto no lo tomaba a la ligera.

Una vez que Jesús empieza su ministerio, empezamos a ver milagros, uno de tantos es cuando lo vemos sanar a una mujer que durante 12 años vivió con flujo de sangre. Vivir con esta condición en ese tiempo era visto como algo inmundo, por lo que no es difícil imaginar que la vida de esta mujer fuera algo triste y miserable, una vida que después de tanto tiempo se llenó de esperanza al escuchar que el mesías pasaba cerca de ella; con tan solo tocar su túnica ella, aparte de ser sana, fue restaurada, no solo en su vida cotidiana, sino en su espíritu.

Así como habían profecías y escritos acerca de la venida del Cristo, también estaban las que decían que sería rechazado por su propio pueblo (Isaías 53:3Juan 1:11; Lucas 23:18), que sería escupido y golpeado (Isaías 50:6Mateo 26:67) y que sería el sacrificio sustituto (Isaías 53:5Romanos 5:6, 8). Recordando la breve mención que hicimos antes acerca de Juan el Bautista, el momento en que vió a Jesús parece ser increíblemente revelador, ya que lo primero que sale de su boca es: “he aquí el cordero de Dios que quita el pecado del mundo”. Esta expresión trae consigo un gran significado, en donde ser “El Cordero” implica que habría un sacrificio; Jesús era el sacrificio sin mancha por medio del cual nuestros pecados serían expiados. Pero esto no quedaba ahí, en la escrituras del antiguo testamento también veíamos que Él sería resucitado (Salmos 16:10, 49:15Marcos 16:6-7), y que se sentaría a la diestra de Dios Padre (Salmos 68:18Marcos 16:19; Efesios 4:8; 1 Corintios 15:4). Jesucristo en la cruz sería el máximo sacrificio, puro y sin mancha, y su resurrección confirmaría su victoria sobre el príncipe de este mundo, y así fue hecho.

Jesús era el sacrificio sin mancha por medio del cual nuestros pecados serían expiados

Esto es tan solo una parte de quién fue Jesús, el hijo de Dios que vino a salvar lo que estaba perdido. El mesías misericordioso y bondadoso que se entregó a sí mismo. El mismo de ayer, hoy y siempre, es Él a quien predicamos y a quien dedicamos nuestra vida entera; al que nos amó primero, al Alfa y la Omega, el que es, el que era y el que ha de venir.

Fotografías: The Chosen (Serie)

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